El corazón designa el centro, el núcleo y la síntesis de toda la persona, es lo más íntimo. Es centro de unión y relación de la persona y, por lo tanto, genera movimiento. Este movimiento tiene su origen al interior de la persona y termina expresándose exteriormente. El corazón permite entrar en una estrecha relación, sirve de puente, entre el mundo interior de la persona y el mundo exterior, es el punto de unión y conexión entre estos dos mundos. Para el Papa León XIII el corazón es el símbolo y la imagen de la “infinita caridad de Jesucristo” y para el Papa Juan XXIII el corazón es el “emblema bendito y divino”.
En lo que respecta a la persona de Jesucristo podemos tener acceso a su intimidad a través de su corazón por medio de su costado abierto en la cruz. Penetrar lo más íntimo de Dios a través del corazón de su Hijo es percibir el amor de Dios total e intenso por el mundo. Desde la cruz se expresa la plenitud de un amor único por la humanidad; la cruz, a través de la persona del crucificado, contiene la pedagogía de ese amor, en definitiva: salva el amor, redime el amor, construye el amor, triunfa el amor. El corazón de Cristo es amor que ama con amor humano y divino a la vez. Es fuente y origen, sacramento del amor de Dios para el mundo que invita amar y como consecuencia de esta acción a entregarse y servir a los demás. La humanidad está necesitada de testimonio, de un ícono y de un lenguaje que le permita dar sentido a su vida. Consideramos que el Corazón de Jesús recoge todos los elementos para orientar y guiar en la pedagogía y la civilización del amor.
Finalmente, esta obra aparece en el año en el que el país, primero en el mundo, conmemora 150 años de consagración al Sagrado Corazón de Jesús el 25 de marzo; este acontecimiento está acompañado por el 53 Congreso eucarístico internacional a realizarse en Quito el mes de septiembre.
El Corazón de Jesús es un corazón palpitante de compasión y misericordia por la humanidad.