La enigmática frase de Lacan: «El estructuralismo durará lo que duran las rosas, los simbolismos y los Parnasos: una temporada literaria, lo cual no quiere decir que esta no vaya a ser más fecunda. La estructura, por su parte, no está próxima a pasar, porque se inscribe en lo real» provocó en los autores una serie de cuestionamientos sobre la influencia del estructuralismo en el psicoanálisis, en general, y el método psicoanalítico, en particular. Si bien el psicoanálisis se originó sin que Freud conociera sobre los trabajos de Ferdinand de Saussure, se sirve –de la mano de Lacan– de las herramientas conceptuales del lingüista para pensar sobre la práctica psicoanalítica. Es decir, analizar las sesiones desde la diacronía y sincronía, el uso de los «matemas», con clara influencia de los «mitemas» de Lévi-Strauss; el uso de opuestos y los haces de relación, entre otros. Todo ello sirve para paliar la deuda del psicoanálisis con el pensamiento: es indiscutible la eficacia de la clínica psicoanalítica, pero es menos constante la formalización de lo que sirve para operar. El presente trabajo ahonda en las nociones que del estructuralismo toma Lacan para avanzar en su propuesta de formalización útil para el psicoanálisis: tomó lo que le servía, cambió lo que necesitaba.