La pretensión humana de alcanzar el bienestar ha trascendido las épocas.  Hoy en día, temas como “el disfrute de la vida”, “el entretenimiento”, “la comodidad”, “las satisfacciones”, atraviesan varios escenarios y campos de la existencia.  Junto con ello, la calidad de vida y la conquista de la salud, en todas sus dimensiones: física, espiritual, mental, emocional…  La educación y la psicología ofrecen métodos y técnicas que se relacionan con dicho afán.  La educación ha probado, con creces, los beneficios de sus prácticas en lo que concierne a la posibilidad de alcanzar bienestar en la vida.  El conocimiento nos abre puertas, también el poder relacionarnos con los demás y el ser capaces de aprovechar las experiencias de la vida, de aprender de los errores cometidos, puesto que éstos últimos son formativos. Por su parte, precisamente, el psicólogo clínico es el profesional que ha adquirido las competencias que lo habilitan para diferenciar si una conducta puede ser considerada como “normal” o “patológica” y, por lo tanto, cuenta con la capacidad de detectar algún malestar psíquico y diagnosticar trastornos, dependiendo del caso.  A su vez, también está autorizado para realizar un tratamiento o cura terapéutica, cuando así se requiera.  De esta manera, desde el espacio en el que realice su práctica profesional, como el de las instituciones, el psicólogo clínico podrá favorecer un encuentro posible entre la norma dispuesta por la entidad –que es para todos– y la subjetividad –de cada uno, en lo más singular de su condición.  Así, con las técnicas que aplique, podrá favorecer la experiencia de transitar en una sociedad regida por leyes para servirse de ellas, en pro de la formación y el crecimiento de cada persona.  Tal como Freud lo señalara, en su artículo sobre La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis (1924): “llamamos normal o ‘sana’ una conducta que reúne determinados caracteres […] esto es, que no niega la realidad […], pero, que se esfuerza en transformarla”. Por consiguiente, el presente libro es para profesionales en psicología clínica que trabajan en instituciones educativas; pero, también para aquellos interesados en los beneficios que aportan tanto la educación como el ejercicio profesional de esta rama de la psicología, a favor el desarrollo del ser humano.